Luis González Fabra
Este 2018 finaliza con los dominicanos esperanzados en que el próximo año será mejor.
La encuesta de Latinobarómetro dice que un 44 por ciento de los dominicanos encuestados tiene la sensación de que estamos progresando.
Yo creo que sí. Que ese porcentaje y quizás más tiene esa sensación de progreso. Y de dónde obtienen esa opinión?. Ha mejorado su calidad de vida? No. Han aumentado sus ingresos? No. Ha mejorado su vivienda? No. Tienen más seguridad en su barrio y en la calle? No. Tienen más oportunidad de empleo? No.
Pero cuando esos dominicanos pobres y muy pobres miran las grandes torres se viviendas que ellos mismos contribuyen a construir como obreros con salarios de miseria. Cuando ven las calles llenas de carros de lujos y los supermercados con las góndolas llenas de comida cara, criolla y extranjera, donde muchos de ellos trabajan en puestos menores sin poder ni siquiera tocar lo más barato de lo que allí venden, entonces piensan que estamos progresando. Su bajo nivel educativo les impide ver que es una parte minoritaria de la población la que tiene acceso a ese progreso que ellos solo ven sin disfrutarlo porque les toca muy poco o nada.
Esto se conoce como la ilusión del progreso.
Monseñor de la Rosa y Carpio, obispo Emérito y quien se desempeñó por muchos años como Arzobispo de Santiago de los Caballeros, se refiere a esa ilusión de la siguiente manera:
“El progreso, el verdadero progreso está en el ser humano. Los padres y las madres han de cuidarse de mostrar a los jóvenes una ilusión de progreso, cuando en realidad no lo es, y los dirigentes políticos y los líderes de la nación, en cualquier hora que sea, también han de proyectar a los jóvenes dónde está el verdadero progreso, que es en la capacitación, en el trabajo y en lo humano, todo lo demás es ilusión de progreso y engaño, para el que lo hace, y también para el que lo proyecta frente a las nuevas generaciones.”
Quien honestamente puede asegurar que en la capacitación, el trabajo y en lo humano como dice el Obispo, estamos progresando?. Nadie en su sano juicio.
Esto no quita méritos a organizaciones oficiales como INFOTEP y el ITLA que hacen un buen esfuerzo para capacitar personal, pero sus resultados son nimios en relación con las necesidades sentidas del sector al que sirven.
El progreso de los pueblos está en el desarrollo armónico e integral de la mente de sus ciudadanos, esto nada tiene que ver con los grandes edificios ni los carros del año.
El Gobernador del Banco Central acaba de anunciar que la economía del país termino este año un crecimiento del siete por ciento.
Ese crecimiento no significa que haya progreso en términos de desarrollo humano.
El progreso económico no es suficiente a menos que vaya acompañado de progreso social y una mejor calidad de vida dentro de un programa de desarrollo que garantice un desarrollo sostenible.
El Índice de Desarrollo Humano (IDH) establecido por Naciones Unidas como el medidor más apropiado para establecer el grado de desarrollo de un país porque está compuesto de esperanza de vida, años de escolaridad e ingresos, en oposición a la renta per cápita que fue por muchos años el más importante indicador del nivel de desarrollo de un país.
Si es cierto que hemos avanzado en algunas aéreas del desarrollo y el progreso económico como el turismo por ejemplo, también es verdad que este ha servido para crear un ejército de empleados de bajos salarios y aumentado los caudales de los empresarios que manejan el sector.
Como también es cierto que los indicadores de salud pública son vergonzosos al compararlos con los de otros países con un desarrollo relativo parecido al nuestro.
Hemos avanzado en la producción de arroz creando nuevas variedades de alto rendimiento, pero hemos perdido más de la mitad de las plantaciones de café. Ahora importamos el grano aromático.
La revolución educativa que pregona el gobierno se reduce a ofrecer desayuno escolar y almuerzo a los estudiantes. Eso está bien, pero hay poco o ningún avance en la mejoría de la enseñanza y su modernización mediante el uso serio y responsable de plataformas educativas de indudable avance tecnológico.
Ni siquiera hemos sido capaces de erradicar el analfabetismo después de millones y millones de pesos y dólares gastados en publicidad y en el desorden que ha sido el Quisqueya Aprende Contigo.
Crecemos al siete por ciento este año, pero ese crecimiento no llega a la población dominicana vulnerable donde más de un cuarenta por ciento vive por debajo de los límites de la pobreza y donde el 70 por ciento o quizás el 80 por ciento de los empleos pertenecen a la economía informal.
El modelo económico que nos han impuesto en los últimos veinte años está colapsado, solo produce riqueza para los poderosos y los políticos enquistados en el poder. No produce verdadero progreso a la población.