“¿Qué te puedo yo decir? Me encanta Nueva York. Aquí hay más oportunidades para nosotros y por eso es que aquí me quiero quedar”. Así responde de forma clara, directa, y sin dejar lugar a ninguna duda, la señora Lidia Jiménez, cuando le preguntamos: ¿No le gustaría estar viviendo sus ‘años dorados’ en otro lugar más tranquilo, quizás en su natal República Dominicana?
La abuelita de 86 años asegura que en la Gran Manzana hay “más oportunidades” para ella, porque aquí tiene a familiares, a personas que la cuidan a ella y a su esposo, así como a los doctores y medicinas que la ayudan a sobrellevar al día a día y enfrentar el reto de ser una persona de edad tan avanzada y con múltiples enfermedades crónicas.
“Aquí se le hace muy difícil a mucha gente de la tercera edad porque quizás no tienen a nadie como yo, que cuento con mi hermana que me ha ayudado muchísimo”, dice la señora Jiménez, quien hace casi 10 años sufrió de un ataque cerebral y actualmente batalla por mantener bajo control la hipertensión, el colesterol alto, así como la osteoporosis y la artritis que le causan mucho dolor y dificultad para movilizarse.
“Si yo no tuviera a estas personas que me cuidan yo no fuera nadie; no tuviera vida”, agrega la mujer dominicana, originaria de Valverde Mao.
Su esposo por más de 60 años, Alcides Jiménez, de 88, también sufre de artritis, colesterol alto e hipertensión por lo que tuvieron que operarlo de las arterias y colocar un ‘bypass’. A todo eso se le suma el Alzheimer que lo ha hecho depender casi por completo de los cuidados de su cuñada y de los servicios profesionales de una asistente del hogar (home attendant) y una enfermera de la organización ‘Visiting Nurse services of New York CHOISES’.
Muchos ancianos latinos en la Gran Manzana se encuentran en condiciones parecidas a las de los Jiménez.
Según datos del Departamento de Envejecientes de la Ciudad de Nueva York (DFTA), el 22% de las 1.5 millones de personas mayores de 60 años en la Gran Manzana son de origen latino y muchos de ellos sufren de enfermedades crónicas y problemas de salud mental.
“Entre los latinos envejecientes hay una alta tasa de demencia y es el Alzheimer una de las cosas que más sufren. Están en mayor riesgo por la combinación de males como la presión arterial alta, la diabetes y los problemas cardiovasculares. Muy a menudo los encontramos con diagnósticos de esas enfermedades combinadas”, explica Carolina Hoyos, directora del Centro de Recursos para Cuidadores (Caregiver Resource Center) del DFTA.
Ese es el caso de Mario Ortiz, de 68 años y originario de Santo Domingo, cuya hipertensión y diabetes han sido tan severas que ha necesitado múltiples operaciones para reparar o reemplazar parte de sus arterias.
Otro gran problema de salud que enfrentan los ancianos en Nueva York son los altos niveles de discapacidad cuando se compara con la población en general. Según cifras del Censo, el 35.5% de los neoyorquinos envejecientes están viviendo con una discapacidad, tres veces más que el resto de la población.
“Yo no puedo hacer nada porque me canso mucho, especialmente cuando estoy parada. Me duelen las piernas, pero yo busco las maneras de ayudarme y de sentirme bien; me muevo y hago mis ejercicios”, cuenta la señora Jiménez al referirse a sus problemas con la artritis.
“Sigo mis tratamientos, me tomo mis pastillas para el dolor en los huesos y hago todo lo que me mandó mi médico para aliviarme”, agrega Jiménez, quien también gracias al Medicaid puede costear todos sus gastos médicos y los de su esposo.
Fuente | DiarioNY