Por Luis González Fabra
Las estadísticas del intercambio comercial publicadas en estos días revelan un gran fracaso de la política de exportación del gobierno y la incapacidad de nuestros empresarios para desarrollar empresas competitivas en un mundo globalizado.
Ante la realidad de que importamos 7 mil quinientos millones de dólares más de lo que exportamos procede revisar la costosa burocracia que se anida en el Centro de Exportación e Inversiones (CEI) y el Consejo de Competitividad.
El CEI es el organismo oficial encargado de la promoción en el exterior de la oferta exportable del país. Y se ocupa del desarrollo de programas de apoyo y capacitación a potenciales empresas exportadoras, Programa Pymex y Creando Exportadores, según lo que se lee en su página de internet.
Este organismo también debe encargarse de promover los incentivos de la ley 84-99 que favorece las exportaciones.
De igual manera habrá que revisar los programas de producción agropecuaria puesto que el año pasado realizamos exportaciones por un valor de 10 mil 12.7 millones de dólares, pero de esa suma la agricultura solo aporto 641.6 millones de los cuales 277.6 millones corresponden a la exportación de guineo y 54.6 millones al cacao en grano.
Nuestra agricultura tiene necesariamente que estar enfocada a la exportación para obtener los recursos que le permitan avanzar en su tecnificación mediante la incorporación de tecnología de punta que le hará competitiva a nivel internacional.
Las visitas sorpresas podrán ayudar a grupos de agricultores a mejorar sus condiciones de vida y los proyectos pequeños sirven para suplir al mercado local, pero la agricultura moderna se realiza con una visión empresarial de largo alcance y prácticas de administración, producción y financiamiento, como cualquier otra empresa.
El sector industrial genero ingresos por exportación del orden de los siete mil 713 millones de dólares pero de estos solo dos mil 185.9 millones pertenecen a los productos fabricados por empresas nativas, mientras que cinco mil 527.1 millones corresponden a las zonas francas que tienen un régimen especial de exenciones y beneficios fiscales.
Estas cifras son demostrativas de que a nuestros empresarios hay que darles un “remeneón” para que se aviven y se pongan a tono con la realidad mundial que vivimos hoy.
El 53 por ciento de las exenciones fiscales, equivalente a ciento 12 mil 669 millones de pesos anuales se aplican a sector empresarial.
Por su parte las zonas francas reciben exoneraciones por 37 mil 249 millones de pesos mientras que las empresas de generación eléctrica se llevan 20 mil 445 millones de pesos.
Las empresas de minería reciben “facilidades impositivas” por seis mil 703 millones de pesos. Hay otros 21 mil 840.5 millones de pesos ubicados por Hacienda en “otros”, (los datos de la asignación de exenciones han sido tomados del periódico digital El Dinero)
(
Con el sacrificio fiscal que hace el gobierno y que pagamos los contribuyentes, no puede alegar el sector privado falta de incentivos económicos de parte del Estado.
2
El otro aspecto a considerar son las importaciones las cuales ascendieron en los doce meses del año pasado a 10 mil 120.7 millones de dólares.
Cuando el país entro en el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica (DRCAFTA) aquí pensamos que podríamos exportar en grande hacia esos países, especialmente al mercado norteamericano, de donde realizamos el 74 por ciento de nuestras importaciones.
Pero ha resultado lo contrario.
Las góndolas de los supermercados están llenas de productos agrícolas extranjeros que por tener tierra y condiciones climáticas favorables podemos cultivar aquí.
Esos productos extranjeros que ofertan los supermercados lucen frescos, atractivos, y entran al país sin el pago de aranceles.
Y porque no los producimos nosotros? Cuando Andrés van der Horts Alvarez era el director del Consejo Nacional de Competitividad dijo, refiriéndose al tema, “la gran debilidad que tiene Republica Dominicana con relación a la exportación de productos agrícolas es que el sector privado no ha podido ser muy competitivo para invertir en temas como el empaque y presentación del producto y se requiere de mayor empeño para superar ese aspecto.” Lo que dijo en otras palabras fue que a los empresarios nuestros no le interesa ese negocio, por las razones que sean.
Quizás por esas mismas razones importamos productos como ajo, cebolla, arroz, leche, café, azúcar, lechuga, naranjas, carne, y creo que hasta de chivo estamos trayendo del extranjero. En fin, aquí importamos de todo. Pero no producimos los dólares suficientes para pagarnos esos gustos.
Si las políticas oficiales de exportación e importación no son revisadas y se mantiene el déficit de la balanza comercial, el desbarajuste vendrá por sí solo.